Chica o chico: La lógica masculina y femenina

Tipos, formas de ser, personalizades, carácter 

En el Cuaderno de Viaje te hemos explicado de qué se trata el Enfoque Integral y los cinco elementos que lo componen:

  • Niveles de desarrollo
    Líneas de inteligencia
    Estados de conciencia
    Tipos psicológicos
    Cuadrantes

Hoy profundizaremos en los tipos psicológicos, una característica o tendencia personal presente en cada uno de nosotros y que no cambia.

Unas de las tipologías más comunes son las que propone el Eneagrama y el test Myers-Briggs. Te invitamos a googlear ambos nombres: podrás hacer tu propio test o indagar sobre tipos de personalidad. Para quienes hemos hecho este ejercicio ha sido muy sorprendente cuando logramos identificarnos con un tipo en particular.

Hay una tipología más simple a la cual te enfrentas día a día: hombre y mujer, tipos “masculino” y “femenino”. La escritora Carol Gilligan ha investigado en extenso sobre este tema en su influyente libro In a Different Voice (“Con una voz diferente”). Gilligan señala que el desarrollo moral de hombres y mujeres crece a través de diferentes niveles –tal como hemos visto en
Desarrollo Integral, Cuaderno de Viaje y en Planeta Projazz– a los que ella llama egocéntrico, etnocéntrico, mundicéntrico e integral, en otras palabras, los mismos niveles que ya conocemos:

Gilligan sostiene que hombres y mujeres atraviesan estos niveles siguiendo una lógica diferente o, dicho en sus propias palabras, con “una voz diferente”:

La lógica masculina (la voz de los hombres)…

… Tiende a centrarse en la autonomía, la justicia y los derechos.

La lógica femenina (la voz de las mujeres)…

…Tiende a centrarse en las relaciones, el respeto y la responsabilidad. Por eso los hombres tienden hacia la actividad, se atienen a las reglas y son individualistas, mientras que las mujeres tienden hacia lo comunitario, establecer vínculos y son más relacionales.

Un ejemplo favorito de Gilligan:

Cuando los niños juegan con las niñas, ellos dicen: “¡Juguemos a los piratas!”, mientras que estas responden: “¡Juguemos a que somos vecinos!”, a lo que los niños replican: “¡no, no! ¡Juguemos a los piratas!”, y estas concluyen: “¡Muy bien, pero jugaremos a piratas que son vecinos!”.

Los niños no quieren jugar al fútbol con las niñas, porque sus voces son tan discordantes que, en ocasiones, resulta un poco para la risa. Hay niños que, cuando juegan al fútbol y cometen una falta por segunda vez (lo cual significa tarjeta roja), se ponen a llorar, mientras el resto del equipo espera que se serene, sin inmutarse. Después de todo, las reglas son las reglas. Gilligan señala que si, en tal caso, hay una niña presente, suele decir algo así como: “¡Vamos, déjenlo dentro, no lo echen de la cancha!”, como si, ante el llanto, la chica quisiera naturalmente ayudar, conectar y curar, algo que suele enfurecer a los chicos, que consideran ese juego como una iniciación al mundo de las reglas y de la lógica masculina. En este sentido, Gilligan afirma que los niños no dudan en lastimar los sentimientos para salvar las reglas, mientras que las niñas no dudan en quebrantar las reglas para no herir los sentimientos de nadie.

 

 

 

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