La Pollera Ediciones publica una inédita compilación de los sardónicos artículos de uno de los más influyentes músicos del siglo XX.
Aunque muchos lo admiraron en vida, no pocos lo tildaron de charlatán.
Y aunque él hizo todo lo posible por no dejar una escuela -descreía de las herencias y aborrecía la pedagogía casi tanto como a los «críticos musicales» de su época-, Erik Satie (1866-1925) fue uno de los músicos más influyentes del siglo XX.
En 1888, cuando solo tenía 22 años, abrió un nuevo universo sonoro con la innovaciones armónicas de sus famosas «Gymnopédies». Asimismo, fue una inspiración del Dadá y del Surrealismo, y precursor del Impresionismo y del Minimalismo.
Satie liberó a la música de la pretensión y del sentimentalismo, y la hizo divertida y lúdica. Ejercitó ingeniosamente la parodia con títulos como «Tres piezas en forma de pera» o «Dos preludios para un perro», con el solo objeto de ridiculizar a su mejor amigo, Claude Debussy.
Y ese mismo sentido del humor lo desplegó también como articulista. Tras su muerte, en la miserable pieza en donde vivió 27 años, se hallaron decenas de cuadernos llenos de anotaciones. Algunos de sus ácidos escritos los publicó en vida en revistas de vanguardia.
Una faceta que hoy rescata Ediciones La Pollera, revelando al maestro de la ironía que hay detrás del compositor francés, en el libro «Sobre música, músicos y otras memorias» (134 páginas, $ 9 mil, Lapollera.cl).
Se trata de una compilación inédita de artículos de Satie, todos traducidos por el chileno Fernando Correa-Navarro (el mismo de «Cartas desde la Tierra», de Mark Twain, también de La Pollera).
«Estuve cinco años recopilando textos de Satie. Me llamó la atención su sentido del humor, tan sarcástico. Además, su impronta ante el lenguaje es muy particular; juega mucho con lo que está escribiendo, se ríe de sí mismo y de los demás», comenta Correa-Navarro.
Los artículos fueron organizados por la editorial chilena en las mismas tres categorías que le dan título al libro. El editor Simón Ergas explica que eso le ahorra al lector una sobreabundancia de notas al pie de página.
Además, se respeta la intencionalidad gráfica con la cual Satie usaba las mayúsculas, los puntos suspensivos y las sangrías. Aunque cada artículo es una pieza indivisible, con desarrollo dramático, ritmo poético y giros sorprendentes, sirvan de aperitivo los párrafos iniciales de «Palabras a propósito de Igor Stravinsky», que fue publicado en 1922:
«El progreso siempre ha visto alzarse contra él impetuosos adversarios, quienes, claramente, no son brillantes ni por el ‘olfato’ ni por el banal sentido común. Sí.
Estos adversarios defienden -sin gran éxito, por lo demás- viejas costumbres cuya estimación, a sus ojos, no puede establecerse. Nos exhiben sus viejos pantalones, sus viejas gorras y sus viejos zapatos como objetos de un precio inestimable, tanto por su valor como por su belleza propia -un tanto encerrados entre cuatro paredes, dicen para fortalecer el término.
(…) Por el contrario, el Progreso, entonces, es defendido por partisanos de toda índole -gente insolente como los pajes, ‘descarados’ tremendos, frescos e insolentes».
Fuente:
Romina de la Sotta Donoso
Cultura
El Mercurio
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