Master class. Viernes 14 de diciembre 2014. Auditorio Bellavista Projazz.
La polaridad está en todas las cosas
“Estando sentado aquí pienso en cuánto puedo compartir con ustedes, cuál es mi punto más alto después de 58 años de carrera con la guitarra como mi mejor amigo. Cuando los niños están con sus juguetes, a veces sus padres aparecen e interrumpen esta diversión que está fluyendo naturalmente para decir “deja ese juguete y anda a la tienda a comprar leche”. Y el niño pierde ese momento de empatía, el gozo por la magia de estar compartiendo con ese juguete, un instante de producción creativa.
Una de las cosas más importantes que he experimentado en la vida es esto: la polaridad. La polaridad se representa en la música, por ejemplo, en el modo mayor-menor, ascendente-descendente. Y en la vida fluye de la misma forma: hombre y mujer, lo bueno y lo malo, noche y día, nacimiento y muerte, todos estos son opuestos como el ying y el yang.
Y esto es lo que descubrí: que la polaridad ha sido el mejor aliado para que nadie interrumpa mi proceso de producción creativa y el desarrollo de mis habilidades con la guitarra.
Tengo una pregunta para ustedes: ¿quiénes de los que están aquí son músicos? ¿y quiénes no son músicos? Para mí es tan importante comunicarme con quienes entienden la música como lenguaje y también con quienes no se acercan a la música de esta forma. Porque, en este momento, todos nosotros somos uno solo.
Quiero compartir con ustedes esta forma que he descubierto para canalizar mis composiciones e impulsos creativos: Si tomamos el alfabeto en inglés hay 26 letras, de la A a la Z»:
ABCDEFGHIJKLMNOPQRSTUVWXYZ
Y si ubican la escala de Do mayor (C) 3 veces –7 notas– da 21 notas:
CDEFGABCDEFGABCDEFGAB
y luego suman 5 notas de Do (C) a Sol (G):
CDEFG
Los cual nos da 26 notas, igual que las 26 letras del alfabeto.
Coda y preguntas del público
“Hay algo muy profundo que me llevó a creer en una cosa, a la vez, muy extraña: creo que cuando un niño o niña encuentra eso que puede hacer realmente bien, lo puede hacer y manifestar de tantas maneras distintas y cada vez que lo hace nace algo nuevo. Este proceso nunca termina, de hecho se transforma en la identidad de la persona.
Este fue el problema más grave que encontré a muy temprana edad y fue la razón que me hizo dejar el colegio: lo complicado que me resultaba comprometerme a aprender en un sistema en el cual yo no era bueno. Entonces dejé de hacerlo y me comprometí con algo en que sí era bueno. De esa manera logré encontrar otras formas de “ajustarme al sistema”, y la llave secreta de todo esto es la polaridad. La polaridad. El conocimiento profundo de los opuestos. Estoy seguro que muchos de ustedes ya pueden ver la polaridad en las distintas cosas en las que trabajan. Comiencen a fijarse en esta polaridad en todas las cosas, en la electricidad por ejemplo, ACDC, en algo tan simple como la estática».
¿Me podría aclarar un poco más cómo es la relación entre el alfabeto y las claves?
El alfabeto junto con las notas sería algo como esto: si tomo la primeras 7 letras del alfabeto, de la A a la G, sonarían así [y suena una escala de C mayor]. Entonces, cualquier palabra que uno pudiera crear con las letras del alfabeto produce combinaciones con todas estas notas. Obviamente hay más de 500 escalas en el mundo, hay una en Israel que tiene 13 notas, ADONAMALAC. Cualquier combinación de formatos musicales, si se aplica el lenguaje, logra convertir palabras en canciones.
Quisiera profundizar sobre la polaridad que escuché en su manera de tocar, por ejemplo en el volumen de su guitarra, entre lo más fuerte y lo más bajo. La manera en usted, Pat, tocó es realmente impactante, la variedad de dinámicas que maneja.
Esta dinámica de las polaridades la descubrí cuando pequeño. Es como la pronunciación. Tiene que ver con las emociones. Creo que no tiene tanta relación con los estudios musicales sino con lo que quiere decir cada uno, con cómo definimos qué queremos compartir. Es comunicación: todo ese rango de pianissimo hasta forte es comunicación. Creo que es muy importante el cómo adornamos nuestros sentimientos y los presentamos ante otros.
¿Nos puede hablar algo del desarrollo de un solo, su perspectiva de llevar la conducción melódica, las fases que tiene?
Aaaaah, el desarrollo de un solo… No puedo decir nada sobre eso [risas en la sala]. Es como el desarrollo de una conversación espontánea que podría ir teniendo contigo. Las conversaciones se desarrollan en el momento presente, no se pueden practicar antes de conocer a la otra persona.
Cuando nos conocemos, hay sentimientos que empiezan a compartirse. Y eso es lo mismo que pasa en la improvisación junto a otros músicos. Es sobre compartir sentimientos. De hecho, creo que esta pregunta es extremadamente importante. Porque, en mi opinión, la improvisación no puede estar estructurada como una fórmula. Es algo que se produce y evoluciona cada vez en períodos de tiempo más largos. Y dentro de estos períodos hay errores. Esos errores se editan y eliminan, y lo que queda para ser usado a futuro es lo que realmente tuvo potencia. Con el tiempo esto se transforma en un vocabulario que se activa de manera intuitiva.
De hecho mi esposa es un gran ejemplo: cuando ella cocina, le digo: “¡esto tiene un sabor increíble!” y ella me responde “es probable que no vuelva a pasar, así es que aprovéchalo” [risas en la sala]. Ella simplemente usó su imaginación para dar con ese resultado. Y creo que de eso se tratan los solos y la improvisación, dejarse llevar por los sentimientos.
¿Conoce algo de música chilena o latinoamericana y cómo se podrían aplicar sus métodos en nuestra música?
Excelente pregunta. No conozco música chilena lo suficiente como para poder responder esta pregunta, pero doy por hecho que si tu estás hoy en esta master class significa que tienes un interés específico en lo que voy a compartir con ustedes. Y lo que he compartido ahora es la base del sistema, así es que si hay algo en tu música que tenga que ver con improvisación o estas mismas estructuras armónicas, entonces este sistema del alfabeto te puede servir tanto a ti como a cualquiera. Si estás estudiando e integrando jazz, este sistema también se integra a la música chilena.
Usted tiene un cover de Sunny, donde comparte con John Scofield y Joe DeFrancesco, y usted hace un solo increíblemente bello. Me llama la atención que usted se queda haciendo un solo en forma de pedal y toda la base armónica lo rodea y produce una atmósfera fantástica.
Esa grabación fue en Italia, la canción la escogió John Scofield porque era su cumpleaños y esa era una de sus grabaciones favoritas. Entonces me preguntó si podíamos tocarla juntos y le dije “¡por supuesto!”.
A veces pasa que es la sección rítmica la que comienza a desarrollar, a construir toda la energía. Y así todo se arma. Es como esas canciones que tienen el mismo tono, que es el centro de toda la canción como ocurre en Sunny .
¿Qué significó para usted la figura de Wes Montgomery en su carrera y cómo ve su legado en la escena musical, incluso en generaciones más jóvenes?
Conocí a Wes cuando tenía 13 años. Mi padre me llevó a un club de jazz en Filadelfia, «Peps” se llamaba. Y los hermanos Montgomery (Wes, Monk, Buddy) estaban tocando ahí. Era una tremenda banda. Recuerdo dos cosas sobre esa noche: lo primero que me llamó la atención es que apenas entramos al club, en el escenario ya estaba puesta la guitarra de Wes antes que él comenzara a tocar. Me asombró, porque hasta ese momento yo sabía que los guitarristas siempre mantenían su guitarra con ellos en el camarín, para practicar antes de subir a escena. Y me impresionó que este guitarrista fuera tan bueno que podía dejar la guitarra en escena, subir, llegar y tocar de inmediato de esa forma tan grandiosa.
Eso fue lo primero. Lo segundo fue que al final del show, Wes simplemente se acercó a mis padres y a mí que estábamos en el bar. Quedé muy sorprendido que lo hiciera, y además que no bebiera, porque mi padre era alcohólico. Y me impresionó que Wes no fuera alcohólico, ¡porque a los 13 años yo pensaba que todos eran alcohólicos! Esto fue lo que más impresionó de Wes Montgomery, la cercanía que proyectaba como persona. Cuando
yo crecí, me volví “serio” y quería convertirme en músico, integré diversas bandas y cada uno de los líderes de ellas tenían una forma de ser y otra forma de cómo tratar a sus empleados. Ahí me empecé a dar cuenta que tocar tenía que ver con la intuición, que no tenía que preocuparme por eso, ya era parte de mí. Yo estaba más interesado en estudiar a las personas, ver cómo eran, cómo trataban a los otros. Y eso fue lo que quise hacer, fijarme en los detalles y en lo mejor de los líderes de banda para los que trabajé e imitar esa bondad a través de la experiencia.
Escucharte es como escuchar la banda sonora de mi vida. [Pat dice “gracias”] ¿Cómo manejas el tiempo, el pulso, el ritmo, puedes contarnos más sobre eso?
Interesante. Tengo algunas sensaciones particulares con respecto al ritmo. Nunca me puse a estudiar el ritmo en sí. Creo que este tiene que ver con cómo es cada uno. Cada uno tiene su propio ritmo: la manera en cómo parpadeas, cómo late tu corazón, cómo pronuncias palabras y elaboras frases. La forma en que caminas y te mueves. Creo que uno de los mayores impedimentos para conservar un ritmo que sea poderoso tiene que ver con la obligación de adaptarse a los patrones del metrónomo, que no son naturales. Es cierto que cuando los alumnos se ponen a estudiar el ritmo sí surgen facetas que son satisfactorias, como aprender qué significan los signos musicales, notación y esas cosas.
Pero eso no es ritmo, es solo definir cómo se divide el tiempo, estipular dónde comienza y termina el tiempo en un compás. El ritmo es otra cosa, es personal, tiene que ver con el individuo. Creo que uno de los ritmos más poderosos tiene que ver con ser uno mismo, esto lo he probado en mi experiencia. Aunque tiendo a regresar a la polaridad: escucho todo en contratiempo, algo que empuja constantemente.
¿Qué puedes contar de cuando eras más joven y estabas aprendiendo de otros ídolos, como Wes [Montgomery]? ¿Cómo fue eso de querer tal vez imitar y a la vez vivir un proceso introspectivo para encontrar tu propia identidad?
Creo que lo que más me influyó fue ver cómo esos mismos ídolos eran, a su vez, influidos por su entorno. Cuando los iba a ver, yo no solo le prestaba atención a la música sino también al público y al lugar donde estaban: veía toda esta situación como una sola cosa: músicos, música, público, espacio.
Y también me daba cuenta de cómo a ellos les afectaba las personas que NO estaban escuchando, las que estaban conversando, por ejemplo. Veía a Wes, Yusef Lateef, Roland Kirk u otros grandes, y mientras tocaban había gente hablando y recuerdo a Kirk una vez muy enojado en el escenario. Me impactó profundamente, aprendí de eso. Y cuando fui testigo de esta misma situación –gente conversando mientras tocaba– pero ahora con Wes, vi que a él no le pasó nada en términos emocionales. Eso fue aún más influyente para mí. Con esto quiero decir que aprendí de la realidad en sí misma, no de cada una de las partes individuales.
Es un honor para mí verlo acá. Cuando usted toca bajo este sistema del alfabeto, ¿ve lo que va tocando como un objeto, casi como una sinestesia, o lo tiene que escribir? En otras palabras, ¿va pensando en las melodías, por ejemplo, mientras camina por la calle?
Las figuras que toco, las he absorbido durante tanto tiempo que ya pasan a ser parte de mi personalidad. Entonces si veo una forma que me hace sentido, que funciona, la voy a volver a usar. Pero también hay otras facetas posibles de encontrar. Generalmente yo uso cromatismos, como para ir de un piso a otro, tal como uno lo haría en una casa. Si quiero ir de uno a otro, creo algo que no existe, no sé qué es lo que va a pasar, pero durante los años he ocupado tantas formas que la decisión ya es automática. Hay intérpretes que usan las quintas, las cuartas, yo prefiero los cromatismos.
¿Qué impacto tuvo el haber perdido la memoria y cómo fue el reaprendizaje en la música y en su vida?
Tremenda pregunta. En 1979 tuve un ataque. Me dijeron que tuve un ataque. Yo estaba viviendo en California. Me llevaron a un hospital, me hicieron el primer escáner y me dieron dos horas de vida. En ese momento decidí volar de California a la costa Este porque como era hijo único sabía que esta noticia iba a tener un efecto devastador en mis padres. Volé a Filadelfia y fui directo del aeropuerto al hospital. Resultó que el neurocirujano escuchaba jazz y era fan mío. Me sacaron el sesenta por ciento del lóbulo temporal izquierdo: estoy hablando de un trozo bastante grande.
Durante mucho tiempo no recordaba nada. En un principio la experiencia igual era maravillosa: tenía la impresión que con esa operación me habían extraído las responsabilidades y además había muchas personas alrededor mío apoyándome y cuidándome. Esto no duró mucho tiempo, porque era muy tentadora la opción de dejar de crecer y quedarme acostado sin hacer nada. Como pasé tanto tiempo acostado, solo sentía dolor y dolor. Pensé en suicidarme muchas veces.
Fue la guitarra la que tenía todo lo necesario para sacarme de esa situación. Y cuando comencé a tocar, no volví a aprender como si fuera un instrumento. Hice lo mismo que hice cuando era niño: lo toqué como un juguete para sacarme el mundo de la cabeza. Me dejé llevar. Y en este proceso descubrí algo: durante los años sesenta y setenta consolidé mi reputación como músico, el reconocimiento ya lo tenía. Tampoco me importaba, lo que más quería era tocar. Entonces algo nuevo pasó, porque antes de las operaciones estaba interesado en tener éxito en el negocio de la música y quería ser competitivo, tener un nombre en la sociedad. Y después de la operación esa meta me dio lo mismo, simplemente
quería disfrutar mi vida. Finalmente. Terminó este juego del ego, este juego en el cual varios de nosotros participamos para tratar de llegar a lo más alto en el negocio de la música. De ahí en adelante esta filosofía, vivir el presente, se transformó en lo que es mi vida y en lo que en gran parte he compartido esta tarde con ustedes: darse cuenta de la polaridad, el cómo lo bueno y lo malo en realidad trabajan juntos, y solo se pueden ver de manera positiva cuando uno lo ve a la distancia, de manera objetiva. Este fue en esencia mi cambio de vida y así ha sido desde entonces.
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