En pedagogía es común leer sobre psicología del niño o adolescente pero rara vez sobre psicología del profesor. Si nos viéramos haciendo clases, ¿qué veríamos de nosotros mismos? Seguramente tanto nuestros aciertos como nuestras debilidades.
Nadie quiere formar estudiantes que solo sean capaces de “recitar” los contenidos. ¿Cómo lograr un aprendizaje con una comprensión profunda?
El profesor Jorge Soto Andrade, del Departamento de Ciencias de la U. De Chile y además Phd en Ciencias Matemáticas de la Universidad Paris XI, realizó hace unos años una interesante investigación que aporta algunas evidencias y observaciones, tanto teóricas como experimentales, sobre cómo inciden los distintos tipos de carácter en los procesos de enseñanza-aprendizaje en la educación media y superior, todo esto en el contexto de la eminente Reforma Educacional en proceso. Realizó talleres durante cuatro años con cerca de 1.500 profesores de todo Chile. También durante seis años estuvo observando cerca de 1.000 alumnos de ciclo básico de la U. De Chile y otros tantos en la U. De Buenos Aires, además de otros cursos de especialización en Alemania, Francia y Brasil.
¿Qué es el carácter o Tipo Psicológico?
Son características y rasgos de nuestra personalidad que tienden a permanecer. Cada Tipo Psicológico tiene sus propias cualidades, fortalezas y debilidades. Para ver más sobre los tipos revisa las páginas 88 y 89 del Cuaderno de Viaje 2017.
En esta tabla se esbozan los principales tipos de carácter relevantes para el objeto del estudio, en que se indica sucesivamente:
- Ámbito determinante
- Período o fase de la vida del niño
- Imagen descriptora de la situación traumática generadora del carácter
- Designación habitual del estilo de carácter correspondiente
- Forma de aprender más representativa de cada carácter
¿Por qué hablamos de etapas del niño?
En este artículo revisaremos las necesidades insatisfechas que se pueden generar en la etapa temprana del niño y que moldean su carácter como resultado de un mecanismo de supervivencia, adaptación y evitación del dolor.
Rol del profesor: ¿Cómo enseñan los carácteres?
A continuación, se describen algunos rasgos típicos de los diversos estilos de carácter implicados en una actividad de enseñanza.
Se trata en general de actitudes de personas bastante “entrampadas” en su carácter, en cuanto a presentar actitudes muy estereotipadas, dinámicas rígidas, bloqueos importantes de la circulación energética y coraza muy dominante y determinante.
Tipo de carácter
Esquizoide
Se ha observado un alto porcentaje de docentes de la enseñanza superior en matemáticas con este tipo de carácter (entre 30% y 40%).
Puede tener una compresión cabal y original de los contenidos que enseña, pero usualmente “cuenta su historia, desde su mundo”. No manifiesta el impulso de colocarse realmente en el lugar del otro, aunque a veces pueda adivinar lo que el otro (típicamente, el estudiante) está pensando. Rara vez hace contacto ocular con sus interlocutores, estudiantes en particular. Lo más frecuente es verlo hablar hacia el pizarrón o telón, en lugar de dirigirse a su auditorio y “sentir” sus reacciones. Sus exposiciones muchas veces recuerdan un soliloquio más que otra cosa. Sería incluso capaz de comenzar a hacer una clase al curso equivocado, sin darse cuenta, ya que evita el contacto con las personas que forman su auditorio.
Su discurso oral es habitualmente monocorde, carente de inflexiones o énfasis marcados. Con frecuencia emplea, tanto oralmente como por escrito, términos defensivos como “obviamente”, “por supuesto”, “evidentemente”, como si quisiera precaverse de antemano de la crítica de un interlocutor o un lector malévolo. Como siente que el mundo es hostil y peligroso, trata de no dar pie a ninguna agresión del medio. Se observa, en casos extremos, que al hacer una pregunta a un colega, por ejemplo, dirá: “tengo una pregunta totalmente estúpida”.
A veces redacta en forma telegráfica, se guarda cosas que da por “obvias” y otras veces abruma a sus estudiantes con demasiada información, por no ponerse en su lugar.
Gracias a su claridad conceptual, capacidad de visualización y pensamiento lógico e imaginación, en los casos más favorables puede ser un docente muy creativo. Sin embargo, es sobre todo eficaz enseñando a personas innatamente dotadas para el tema, ya que le es difícil ponerse en el lugar de estudiante que está en un nivel cero o más abajo, al comenzar su aprendizaje.
Oral
En su aspecto compensado, siente la educación como nutrición que puede dispensar a los demás. Desarrolla entonces fácilmente una actitud “maternal” hacia los estudiantes, a quienes consagra mucho tiempo y energía.
Se observa esta actitud en profesores que se han comprometido entusiasta y abnegadamente con el proceso de reforma educacional, sacrificando su tiempo, energía e incluso recursos económicos. Han asumido así muchas veces una carga demasiado pesada y sufren al cabo de un tiempo el “retorno del péndulo” de la dinámica ciclotímica del oral, entrando en la fase de colapso. Se observa entonces depresión, somatizaciones (incluso cardiovasculares), en algunos casos con consecuencias.
Psicopático
Tiende a transformar el acto docente en una performance, que suscite admiración. Se preocupa más de cultivar su imagen que de ponerse en el lugar de los estudiantes. Asume con facilidad una postura patriarcal y represiva, como dueño de todas las preguntas y todas las respuestas. Puede jugar un rol de líder, falsamente inspirador, como docente. En casos extremos, aterroriza a los alumnos, particularmente mediante los instrumentos y métodos de evaluación. En la mayoría de los casos suele ser manipulador y controlador al evaluar. Se lo encuentra, frecuentemente, en cargos con poder administrativo en el sistema educacional, desde los cuales ejerce una acción represiva sobre los profesores del sistema.
Masoquista
Este estilo de carácter se ve fuertemente representado entre los profesores de enseñanza media. Al trabajar con varios grupos, de aproximadamente una docena de profesores, en paralelo, se observa cómo grupos enteros entran en una dinámica de desesperanza en relación a la reforma educacional en ciernes, configurando una especie de “misión imposible”: “El intento de alcanzar los objetivos de la reforma está destinado al fracaso, nuestras condiciones materiales son demasiado precarias y la carga horaria excesiva en comparación con la de otros países en que este tipo de proceso puede haber tenido éxito. Las condiciones de trabajo son demasiado duras y no hay reconocimiento por la labor realizada, etc.”
Obsesivo-compulsivo
Manifiesta algunas ventajas comparativas en organización, acuciosidad y cuidado por los detalles. Puede ser un buen planificador de actividades, exhaustivamente descritas. En general, sin embargo, aparece como poco apto para plasmar toda una técnica o un desarrollo teórico en una sola imagen, o para improvisar según sean las reacciones de su auditorio de aprendices. Es temeroso de la innovación y de las situaciones abiertas. Quisiera contar con un guión detallado pre-establecido antes de involucrarse en cualquier cambio de su metodología de enseñanza. Por estas razones, aparece como un sujeto sumamente renuente a comprometerse en un proceso de reforma educacional como el que está en curso en nuestro país.
Histriónico
Suele ser algo confuso como docente, aunque su plasticidad histriónica sea una ventaja comparativa. Es poco frecuentemente entre los docentes del área de matemáticas. Sin embargo, se han registrado casos de profesores, en áreas científicas similares, que recurren a toda una actuación teatral para transmitir ciertos contenidos a sus estudiantes. Aparentemente en casos como éste la componente histriónica del carácter, con su facilidad de actuación y de hacer “como si”, es crucial para el éxito del método. Esta misma componente, sin embargo, parece propender a una cierta vaguedad, falta de precisión y claridad conceptual en la transferencia o interacción cognitiva con los estudiantes. Frecuentemente se tiene dificultades para explicitar relaciones causales, lógica o estructurales, entre distintos objetos o ideas. Así, por ejemplo, empleará con frecuencia expresiones como “esto tiene que ver con…”, sin llegar nunca a poder describir con precisión cuál es el tipo de relación al que se alude.
Un ejemplo concreto de cómo enseña el carácter
Un tema muy clásico de las matemáticas en la enseñanza media es el famoso teorema de Pitágoras, que dice que el área del cuadrado construido sobre el lado más largo de un triángulo rectángulo (la hipotenusa) es igual a la suma de las áreas de los cuadrados construidos sobre los otros dos lados (los catetos). En una imagen:
¿Cómo enseñarían este contenido los distintos caracteres?
El carácter esquizoide
Enunciaría y demostraría el teorema en toda generalidad, sin mayor preparación ni apoyo material ya que lo tiene todo en la cabeza, haciendo notar de paso que es válido no solo para cuadrados sino que para cualquier figura que se construya, a la respectiva escala, sobre cada lado del triángulo rectángulo. Dejará así abrumados a los alumnos.
El carácter oral (compensado)
Dedicaría una parte de su noche previa a preparar material hecho de cartones de colores para dar a sus alumnos la posibilidad de descubrir por sí mismos el famoso teorema, experimentando. Después, quedaría exhausto.
El carácter psicopático
Le diría a los alumnos: “Miren, ahora yo les voy a demostrar, de un vistazo, el famoso teorema de Pitágoras”, y tratará de exponer, sin ningún apoyo material, una de las más ingeniosas demostraciones, digna de admiración, sin haberla preparado demasiado.
El carácter masoquista
Expondría soporíferamente, sin mayor entusiasmo, la primera demostración que pueda copiar de algún libro, lamentándose interiormente de lo ingrato que es tener que enseñar cosas tan aburridas.
El carácter obsesivo-compulsivo
Preparará y planificará cuidadosa y acuciosamente su clase, y anotará la demostración en una hojita de papel para mirarla mientras expone, por si se le olvida algún punto por el camino.
El carácter histriónico
Diría: “El cuadrado construido sobre el lado mayor tiene que ver con los cuadrados construidos sobre los otros…”
Un profesor que integrara y trascendiera un poco su carácter rescataría: la claridad mental del esquizoide, la dedicación maternal del oral, la acuciosidad del obsesivo-compulsivo, la actuación del psicopático o el histriónico y trataría de ponerse en el lugar psicológico de sus estudiantes.